Mónica Diez decidió cambiar de vida cuando, en 2009, a causa de la crisis, ella y su marido perdieron sus puestos de trabajo en importantes empresas multinacionales. Este matrimonio madrileño hizo las maletas y dejó la gran ciudad, dispuestos a dar la vuelta al mundo. Siete meses viajando por más de 14 países, en los que sintieron lo que era la libertad, conocieron a cientos de personas, vivieron diferentes culturas, disfrutaron de millones de experiencias… Y fruto del destino, estando en Australia, la red social Facebook les llevó un mensaje. “A través de Facebook, vimos que unos amigos nuestros habían abierto una franquicia Lipocero y recomendaban la experiencia”, recuerda Mónica. Al llegar a España, en busca de ese cambio radical, hablaron con los responsables de Lipocero. A la semana de aterrizar ya tenían nuevo plan de vida: vivirían en Valencia y allí se desarrollarían como emprendedores de la mano de Lipocero.
¿Quién me facilita el know-how?
“Crear desde cero es difícil, por eso, nosotros optamos por la franquicia”, detalla la franquiciada. Se interesaba por el sector de los tratamientos estéticos con aparatología, le veía grandes perspectivas de crecimiento, y ante la falta de experiencia, decidió optar por Lipocero. “Lipocero estaba creciendo mucho, la marca nos daba seguridad, nos aportaba una fuerte infraestructura, además, nos encantó su imagen y nos aportaba todo el know how que nosotros no teníamos”, explica esta emprendedora. En mayo de 2010, Mónica y su marido, César Serrano, abrieron la primera franquicia de la marca en Valencia y firmaron con la central un acuerdo de exclusividad de zona. En diciembre del mismo año abrieron su segundo centro en la ciudad.
Lipocero cuenta con la mejor aparatología del mercado, de origen español, lo que aporta una gran efectividad a sus tratamientos. Y la clave del negocio es satisfacer las expectativas del cliente. “Nuestra filosofía es que todos los clientes salgan contentos de nuestros centros. Tenemos la aparatología perfecta para ello y desde la Central se forma a las empleadas para que puedan proporcionar un servicio de calidad”. Clientes contentos son clientes que recomiendan: garantía de éxito.
Ser emprendedor: adiós a los miedos
“Para que en España haya más emprendedores, se tiene que perder el miedo”, dice Mónica. “Hay que cambiar de mentalidad. La mayoría de nosotros queremos estudiar una carrera, acabarla, encontrar un puesto fijo en una empresa y promocionarnos en ella hasta ser directivo de algún departamento. Yo pensaba que era eso lo que quería, pero cuando conseguí un puesto importante en una gran empresa, me di cuenta de que eso no me llenaba al 100%”, añade. Mónica y César destacan la libertad que da ser empresario. Arriesgar, vencer miedos, arrancar, lanzarse. Son claves para cualquier emprendedor. “Hay que estar dispuesto a hacer esfuerzos económicos al principio, cuando empiezas”, apunta Mónica. A cambio de este esfuerzo, “ser tu propio jefe es maravilloso. Trabajas mucho pero tomas tus propias decisiones”.